El agua, como vehículo de minerales es buena
para las plantas. Éstas a su vez convierten los minerales inorgánicos, en
orgánicos. De este modo nuestro cuerpo puede asimilarlos. Nosotros hemos
invertido este proceso. Consumimos agua dura saturada de calcio, magnesia, hierro,
cobre, y silicio; sin percatamos de que el cuerpo no es capaz de asimilar estos
nutrientes eficientemente. Por eso la naturaleza los deposita en las coyunturas,
y en las paredes intestinales en forma de estreñimiento; y a lo largo de las
arterias, causando el endurecimiento.
Los riñones y el hígado
enrollan los depósitos minerales en forma de piedrecitas, que cuando crecen, no
pueden pasar por los conductos normales. A veces los "filtros" de los
riñones están tan obstruidos, que se hace necesario el trasplante del órgano.
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